miércoles, 17 de noviembre de 2010

PLURALISMOY DEMOCRACIA

El Pluralismo se deriva de la diversidad y la convivencia de grupos étnicos diferentes, de la multiculturalidad, la plurietnicidad, el plurilingüismo que existen en muchas sociedades nacionales del mundo, en muchos Estados inclusive en el nuestro, este pluralismo, esta pluralidad que es una característica de nuestro medio, de nuestro tiempo tiene que ver con el ejercicio real de la democracia no solo formal, no solamente Institucional sino también de la vida cotidiana y en la participación de todos los seres, de todos los ciudadanos en el que hacer de sus países. La problemática étnica como pudiéramos llamar a este pluralismo al que acabo de hacer referencia, es una realidad del mundo contemporáneo, pero también ha sido una realidad de las sociedades humanas desde
hace muchísimo tiempo solamente que en las últimas décadas ha tenido una relevancia, –no imaginaria sino “imaginada”- la gente se imagina formar parte de una Nación, la gente construye su concepto o su modelo de nación, y ese modelo de nación está basado en alguna de estas ideas de la unificación de los criterios homogeneizadores que impone un modelo dominante a la totalidad de los ciudadanos o de las personas que viven dentro del territorio Estatal y esto ha conducido históricamente a un proceso muy interesante, que es el de la formación en casi todos los Estados del mundo moderno de grupos culturales, de segmentos culturales, de colectividades que se consideran minorías, es decir, un proceso de minorización de grupos y culturas que por alguna razón u otra, no se conforman a este modelo “Etnocrático” como lo he llamado alguna vez, de homogeneización a partir del Estado; en algunos países estos grupos son más numerosos, en otros son menos numerosos, en algunos países son incluso mayoría demográfica los excluidos del Estado, los excluidos del modelo cultural dominante; aquí al
lado de México, en Guatemala –por ejemplo- la población indígena es una población mayoritaria numéricamente, y lo fue mucho más todavía hace algunas décadas, en la BUAP la llamó: La Patria del Criollo; un modelo de nación que se fue construyendo como en México a partir del siglo XIX que realmente excluía a los pueblos indígenas, incluso no hay ninguna referencia en ningún texto Constitucional de México hacia los pueblos indígenas, sino hasta la más reciente Reforma Constitucional del año 2001 y de un poquito antes en el artículo 4° Constitucional en 1992, que es la primera vez que se reconoce que en México hay indígenas; fuera de eso eran objeto de alguna política de Estado, el INI y otras instituciones, pero prácticamente no hubo elemento constitutivo del Estado, entonces eso le ha planteado a México un problema muy fuerte que incluso
explotó como sabemos con el levantamiento Zapatista en 1994; estoy dando esos
ejemplos, aunque me podría pasar horas dando otros muchos, otros donde ha sucedido exactamente lo mismo, donde la concepción del Estado Moderno basado en una idea cultural de un modelo de nación, excluye a una buena parte de la población, por no conformarse a ese modelo y no ser suficientemente imaginativo como para crear un Estado incluyente, sino que se transforman en estados excluyentes, lo cual a su vez conduce a discriminaciones y marginación con tratamiento diverso, que a su vez conducen a violaciones a los Derechos Humanos, que a su vez conducen a protestas, resistencias y movimientos sociales, los cuales algunas veces conducen a guerras civiles como lo hemos visto en los Balcanes y en Asia Central en los últimos años. Así que este Pluralismo Etnico, del que estoy hablando, no es cualquier cosa, no es una cosa simplemente superficial, es una cosa muy profunda enraizada en las sociedades y en la “psiqué” colectiva de las poblaciones en todas partes del mundo; lo que pasa es que algunas ideologías políticas del siglo XX, han querido ignorar estas realidades y lo han hecho con un gran costo político, porque muchas de estas o algunas de estas ideologías no han sido relevantes para los pueblos, al no querer encarar lo que alguna vez se llamó: “La Cuestión Nacional o La Cuestión Étnica Nacional
en México hemos vivido un mito de que somos un país donde no hay racismo; el
racismo lo hacen “los primos del norte” siempre nos hemos dicho, aquí somos un país racialmente democrático, bueno, solo hay que preguntárselo a los pueblos indígenas, hay que preguntárselo a los pueblos negros en México de origen africano, y preguntarles si hay racismo o no en nuestro país y la respuesta es sorprendente, hay muchísimas víctimas de actitudes racistas discriminatorias en nuestro país, de tal manera que hay propuestas para que se adopte una ley muy clara en contra del racismo en México y en otros países sucede también lo mismo. La demanda realmente democrática- dentro de las realidades pluralistas y multiculturales y multiétnicas de muchas países que van desde: Filipinas, Nigeria, a los Indígenas en América, particularmente en nuestro propio país. Los planteamientos que hacen los pueblos Indígenas en México a través de sus congresos, a través de sus comunidades sobre todo a través del levantamiento Zapatista, no es desde luego la separación ni la sucesión, aunque hay algunas gentes mal intencionadas que así lo quieren plantear; no es la lucha por el poder del Estado, sí es por la igualdad individual pero también es por la igualdad colectiva, también es por el reconocimiento de la diferencia dentro de una estructura auténticamente democrática - y finalmente- esto es lo que vincula la diferencia cultural, étnica, jurídica con la temática de los Derechos Humanos, con la temática de la Ciudadanía y con la temática de la Democracia; no basta con proclamar la no discriminación, no basta con proclamar que jurídicamente todos los ciudadanos o todas los residentes de un país son iguales ante la ley y que no hay diferencias –jurídicamente hablando- cuando la realidad nos dice que si hay diferencias, cuando la gente siente que hay diferencias y cuando la gente si ha sufrido a lo largo de la historia discriminaciones, subordinaciones, exclusiones precisamente por esas diferencias y cuando la lucha contra la discriminación, contra el racismo, contra la intolerancia es también no solo la lucha por la igualdad e individualidad sino cuando esa igualdad individual sólo se puede dar mediante el reconocimiento de las diferencias colectivas, lo cual significa: el respeto a esas diferencias, lo cual significa que quienes tienen el poder, la riqueza, el dominio etc. puedan reconocer en el otro a un ser distinto, pero a un ser igualmente respetable y necesitado del respeto que uno mismo exige, -esa es la base de una auténtica ciudadanía multicultural-; no una ciudadanía ficticia basada en la ficción de que “todos los individuos y todos los ciudadanos somos iguales -que lo somos desde luego jurídicamente y lo somos también moralmente- pero en la realidad social, en la realidad cultural, en la realidad socioeconómica las diferencias cuentan en las
relaciones interpersonales, cuentan en la manera en que se distribuye el poder, el
recurso, cuentan en la forma en que funcionan las instituciones y cuentan en la forma en que cada quién percibe e imagina su modelo cultural de Nación y cuenta en el sentimiento de pertenencia o no a esa comunidad imaginada más amplia que es el llamado: Estado Nacional. Es por ello que hoy en día -a mi juicio- la verdadera gobernabilidad democrática, la verdadera democracia y por lo tanto el verdadero respeto a los Derechos Humanos de todos los individuos y todos los pueblos tienen que pasar necesariamente por el reconocimiento de una pluralidad, de una pluralidad social, cultural, económica y también por que no: jurídica-política.